A vueltas con la prostitución: cómo se puede vivir sin anestesia.
El primer fin de semana de junio del año pasado tuve el placer de viajar a Barcelona. El viaje fue agridulce por distintos motivos. En la parte dulce está el hecho mismo del viaje, el ver y conocer más y mejor esta gran ciudad, el asistir a unas Jornadas Feministas que se vienen celebrando 40 años, yo tengo el orgullo de haber formado parte de las dos últimas. Las primeras, llamadas Jornades Catalanes de la Dona en 1976. En 1996, se celebraron los 20 anys de Feminisme a Catalunya. En 2006 les Dones sabem fer y fem saber y este año, el 40 aniversario este gran movimiento radical-ment feminista catalán, que sigue vivo y aunque algunas de las pioneras ya no están, lo siguen haciendo otras muchas y cuyo relevo está, sin duda, garantizado. Siguiendo con el dulce, nos encontramos, nos escuchamos, compartimos y aprendemos.
Yo me aloje en las ramblas, en uno de estos albergues cuya información facilitó la organización de las Jornadas, que ahora se llaman hostel, al ladito del gran teatro del Liceo. Ya la primera noche me di cuenta que toda la manzana estaba rodeada de mujeres muy, muy jóvenes, y claro, por la postura y forma, enseguida comprendí que se trataba de mujeres, casi niñas, que estaban ejerciendo la prostitución. Ya la primera noche me fui a dormir pensando en ellas, rumiando que eran muy muy jóvenes y, con toda seguridad, mujeres inmigrantes irregulares. La segunda y última noche de mi estancia pase por delante de ellas varias veces, eras asiáticas, sudamericanas, del este, incluso, me pareció ver alguna musulmana con pañuelo.
Me volví a ir a dormir con ellas en el pensamiento, me volvió a doler, me volvió el agrio, duro, intenso y pensé que qué sentirían estas casi niñas estando allí y me sorprendí a mí misma pensándolo, porque yo vivó por el centro de Valencia y en muchas ocasiones también pasó por el barrio chino y también son mayoritariamente inmigrantes irregulares; aunque, en general, no tan, tan jóvenes. Y entonces pensé y por qué me sorprende tanto, cual es la diferencia. En el barrio chino de Valencia todo es tétrico, también el ambiente, hasta el físico y las personas que por allí se mueven. En cambio en Barcelona, en las Ramblas, los turistas están en los restaurantes de enfrente, en esos en los que ni nosotras, las personas que tenemos un trabajo más o menos estable no vamos porque los precios son prohibitivos. Allí están los y las turistas, riendo, bebiendo, comiendo, derrochando. Esto se ve y percibe claramente y yo volví a pensar, que sentirán estas casi niñas, teniendo que estar ahí prostituyéndose para poder sobrevivir, al ver todo aquello. Me volvió el dolor y la ira y pensé, deben sentir rabia, deben sentir odio.
Lo comenté con una compañera y me dijo, pero si ellas lo han elegido, qué niña puede elegir eso. Cómo alguien que aún no ha podido decidir casi nada en su vida, porque no tiene edad para poderlo hacer, puede haber decidido prostituirse a miles de kilómetros de sus países. Volvemos al debate de la libre elección o de la violencia que supone la prostitución, al debate no resuelto que divide al movimiento feminista, pero que a algunas nos deja desconcertadas y perplejas y sin capacidad de posicionamiento en uno u otro lado. Por qué, y qué piensas tú, me han preguntado mis estudiantes en algunas ocasiones que explico que se trata de un importante debate en el seno del movimiento feminista, y yo tengo que confesarlo, aunque tengo criterio y me posiciono ante casi todos los temas que afectan al feminismo y a las mujeres, en este sigo sin ser capaz. Por qué, qué es lo mejor para ellas (las niñas casi mujeres y mujeres que tienen que prostituirse) y eso es lo que me preocupa y ahí es donde el pensamiento se me paraliza, porque depende de desde dónde ponga el énfasis.
En las Jornadas, como no podía ser de otra manera, apareció el tema, hubo un espacio de expresión, intercambio y debate con la idea de avanzar en la creación de alianzas desde el feminismo puta. Pero también, como no podía ser de otra manera, se debatió sobre la abolición de la prostitución, sobre cómo luchar contra los privilegios de los hombres y del sistema patriarcal que mercantiliza el cuerpo de las mujeres, sobre cómo abordar los necesarios cambios legislativos y culturales, la libertad individual y el neoliberalismo sexual. Tengo que reconocerlo, yo no fui a ninguno de los dos espacios reflexivos, no son mis temas prioritarios y en el mismo espacio y tiempo había que elegir entre cinco o seis temas.
Pero seguí pensando en las niñas inmigrantes irregulares de las Ramblas y en qué sentirían al tener que estar allí prostituyéndose frente a la alegría y derroche de quienes lo tienen todo. Volvió a inundarme el dolor, el dolor de las mujeres pobres e inmigrantes y pensé: será posible que sean tres veces rebeldes: por mujeres, por pobres y por inmigrantes o quizá las tienen controladas con la cocaína, heroína, o cualquier otra de las sustancia que además les anestesie, porque cómo se puede vivir y sufrir todo ello sin anestesia, por qué cómo podemos vivir y sufrir su dolor las demás sin anestesia.
No, no es posible…